El presente ensayo es una reflexión acerca del crítico “estado de la cuestión” en que se encuentra el ejercicio de la memoria histórica, personal y colectiva, tanto dentro como fuera del ámbito escolar formal, en la sociedad ad portas del tercer milenio, en el contexto de la avasalladora y problemática globalización del ethos occidental. Desde la constatación de la pérdida de los lazos orgánicos de las actuales generaciones, con un pasado que ha dejado de ser “su propio tiempo pasado”, en un escenario sociocultural fundado, tanto en formas de memoria fosilizada al servicio de la voluntad de dominio de la Modernidad como en una preterofobia que estimula un presentismo acrítico, se invita a articular una memoria que se caracteriza como pascual y considerada, esto es, un recordar significativo y respetuoso de la alteridad pasada y presente, capaz de sensibilizar a los sujetos, acerca de su particular y problemático “nuestro tiempo”, en orden a la toma de conciencia por parte de los mismos, de la viabilidad de intervenirlo a la luz de la experiencia de los propios muertos.