Cuando la filosofía, desde siempre, utilizó el pensamiento de la educación en el sentido de una abertura sobre la universalidad, hoy en día, y más que nunca, esta preocupación ha de conjugarse con la de una preocupación por las personas y las situaciones singulares, que especifique siempre más claramente la acción pedagógica. Entonces, el vínculo con la verdad va transformándose y ahondándose. Puede ayudar a situar el anhelo de conocimiento, a caracterizarlo original de la relación de educación, a entender la necesidad de la pluralidad de culturas, y a sacar todas las consecuencias de la idea moderna de libertad, a partir de la cual puede el hombre desarrollarse en su finalidad temporal y su responsabilidad.