La práctica reflexiva como herramienta de cambio –precisamente por su naturaleza autoevaluativa– es un importante instrumento de desarrollo profesional sobre el cual se realiza actualmente un extenso número de investigaciones. Nuestra propuesta ha sido acompañar a los profesores en servicio con un período de prácticas reflexivas durante la enseñanza de una unidad, dentro de sus propias escuelas. Comparando un modelo de reflexión directo con otro indirecto, llegamos a reconocer los beneficios afectivo-motivacionales del modelo indirecto puesto que, a través del análisis de la práctica de un profesor desconocido, puede llegarse paulatinamente a la autoevaluación de la propia enseñanza sin necesidad de vulnerar el sentido de autoeficacia del profesor. Finalmente, destacamos la importancia del mediador experto como guía de este proceso de reflexión y la urgencia de instalarlo como una forma habitual de trabajo colaborativo entre profesores en nuestras escuelas.