"Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, por su aparición y su reíno: Predica la palabra, insiste a tiempo y destiempo, arguye, enseña, exhorta con toda longanimidad y doctrina, pues vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina; antes deseosos de novedades, se amontonarán maestros conforme a sus pasiones y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas. Pero tú vela en todo, soporta los trabajos, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio". (II Timoteo, 4, 1-5). "Yo digo la verdad, para que sea conocida de todos la causa de la desorientación que sufrimos. No puedo callarme (San Hílario de Poítiers, Ad Auxentium, 1-4). Cit. en Juan Pablo II, Discurso Inaugural de Puebla, 28 - I - 1979 (I,5).