En el mundo musulmán del Sudeste Asiático se observan dos tendencias políticas. La primera, es un islamismo estrictamente fundamentalista, que predica la visión utópica de una comunidad musulmana global (ummah). En ella, la religión triunfa sobre la Política del Poder o Realpolitik. La segunda, aboga por un Islam moderado, que reconoce la diversidad de la ummah y la Realpolitik se adapta a la religión. Antes del 11 de septiembre, los fundamentalistas controlaron el debate moral, mientras los moderados se encontraban a la defensiva. La guerra contra el terrorismo ha invertido los papeles, ya que ahora los moderados tienen la oportunidad de fijar la agenda musulmana.