El año 2016 estuvo marcado por la profundización de una crisis que interrumpió dos décadas de inusual estabilidad política en Brasil. A pesar de ser el acontecimiento político más significativo del año, el enjuiciamiento de Dilma Rousseff hizo poco para detener el “sangrado,” como lo demostró la posterior detención del ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (PMDB), y el despliegue de la Operación Coche Lavado (LavaJato). Sumado a los problemas económicos latentes en el país, el sistema político brasileño se enfrenta a una grave crisis de legitimidad: los principales partidos están cuestionados lo que facilita un período de incertidumbre en términos de competencia electoral y partidista. En este artículo, revisamos la secuencia de los eventos ocurridos en 2016, explorando algunos de los factores que los explican, conscientes que estamos aún inmersos en un proceso con un resultado indefinido. Aprovechamos esta oportunidad para reanudar el debate sobre el desempeño de la democracia brasileña y sus perspectivas a futuro.