El artículo pretende investigar el rol de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) en el escenario social y político del país, y cómo no logró hacer una contribución sostenible para la consolidación de la paz y la estabilización, a pesar de resultados positivos específicos, especialmente para la reducción de la violencia y la Reforma del Sector de Seguridad (SSR) durante el período 2006-2010. La intervención en 2004 basada en la coerción violenta y la falta de un proceso de paz y un acuerdo político llevaron a la operación a agravar, en lugar de tratar, los conflictos sociales y políticos presentes en el país,
contribuyendo a la (re)producción de economías políticas predatorias, protesta violenta y a la fragmentación social y política. Propongo que este resultado en Haití, similar a otros casos de países con intervenciones internacionales, se puede comprender mejor con una evaluación crítica del paradigma de la construcción de la paz como construcción del estado por parte de los interventores internacionales, y su desprecio por la legitimación local de los procesos de paz, acuerdos políticos y la construcción de instituciones del estado.